Los gaditas, descendientes de Gad, uno de los doce hijos de Jacob, recibieron tierras en el lado oriental del río Jordán. Esta área era conocida por sus pastos exuberantes y tierras fértiles, lo que la hacía ideal para su ganado y actividades agrícolas. Gilead y Basán eran regiones significativas, mencionadas frecuentemente en la Biblia por su belleza y productividad. El versículo también menciona las tierras de pastoreo de Saron, que se extendían amplia y generosamente, indicando la abundancia y prosperidad disponibles para los gaditas. Esta asignación de tierras formaba parte de la división más amplia de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel, cumpliendo la promesa de Dios a Abraham y sus descendientes. Los detalles geográficos destacan las bendiciones de provisión y seguridad que Dios otorgó a su pueblo, asegurando su sustento y crecimiento. Sirve como un recordatorio de la fidelidad de Dios y la importancia de la tierra en la narrativa bíblica, simbolizando estabilidad, prosperidad y favor divino.
Y habitaron en la aldea de Hebrón, y en sus aldeas; y en toda la llanura de Jear, y en sus aldeas; y en toda la llanura de Jear, y en sus aldeas.
1 Crónicas 5:16
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