En este momento, Benaya, un guerrero y líder de confianza bajo el rey David, expresa su total apoyo a la decisión del rey al decir "Amén". Esta palabra, utilizada a menudo en la adoración y la oración, significa acuerdo y un deseo de que se cumpla la voluntad de Dios. La respuesta de Benaya subraya la creencia de que los planes humanos deben alinearse con el propósito divino. Al invocar el nombre del Señor, reconoce la autoridad suprema de Dios sobre los asuntos del reino. Esta interacción entre Benaya y el rey ilustra la importancia de la fidelidad y la lealtad en el servicio, así como el deseo de la bendición de Dios en el liderazgo. Sirve como un recordatorio de que el verdadero liderazgo busca no solo la aprobación de las personas, sino, más importante aún, la aprobación de Dios. La afirmación de Benaya es tanto un compromiso personal como una declaración pública de fe, mostrando cómo líderes y seguidores pueden trabajar juntos bajo la guía de Dios para el bien común.
El pasaje también refleja el contexto cultural y religioso de la época, donde los líderes a menudo buscaban la aprobación divina para sus acciones. Recuerda a los lectores el principio duradero de que la voluntad de Dios es primordial y que los esfuerzos humanos deben alinearse con las intenciones divinas. Este mensaje atemporal anima a los creyentes de hoy a buscar la guía y la bendición de Dios en sus propias vidas y decisiones.