Jonathan, hijo del sacerdote Abiatar, entrega un mensaje crucial a Adonías, quien había intentado establecerse como rey. A pesar de los esfuerzos de Adonías y del apoyo que había reunido, la decisión del rey David de nombrar a Salomón como rey marca un momento decisivo que cambia el rumbo de los acontecimientos. Este anuncio es fundamental porque representa la transferencia legítima de poder, sancionada por David, quien fue guiado por la promesa de Dios respecto a sus descendientes. Sirve como un recordatorio de la importancia de respetar la voluntad de Dios y el orden establecido, enfatizando que el verdadero liderazgo se determina por la guía divina y no por la ambición humana.
Este momento también refleja el tema más amplio de la soberanía de Dios y el desarrollo de Sus planes a través de la historia humana. La unción de Salomón como rey cumple la promesa divina hecha a David, asegurando la continuación de su dinastía. Reafirma a los creyentes la fidelidad de Dios y Su capacidad para llevar a cabo Sus propósitos, incluso en medio de los esquemas y conflictos humanos. El pasaje anima a confiar en el tiempo de Dios y en Sus líderes elegidos, recordándonos que Sus planes son, en última instancia, para el bien de Su pueblo.