Adonías, quien se había declarado rey anteriormente, se encontró en una posición precaria cuando Salomón fue ungido como el gobernante legítimo. En el antiguo Israel, el altar era un lugar sagrado, y sus cuernos se creían puntos de contacto divino. Al aferrarse a los cuernos del altar, Adonías invocaba una tradición en la que las personas podían buscar refugio y suplicar por sus vidas. Este acto demostraba su miedo a la retribución de Salomón, quien ahora poseía el poder legítimo.
Los cuernos del altar no eran solo estructuras físicas, sino que llevaban un profundo significado espiritual, representando la misericordia y la justicia de Dios. La elección de Adonías de buscar refugio allí subraya la creencia cultural y religiosa en el poder de la protección divina y el perdón. También destaca la tendencia humana a buscar misericordia en tiempos de miedo e incertidumbre. Este momento en la narrativa ilustra la interacción entre la autoridad humana y la gracia divina, recordándonos la importancia de buscar refugio en la presencia de Dios al enfrentar los desafíos de la vida.