En este pasaje, un profeta, conocido como un 'hombre de Dios', entrega un mensaje divino al rey Jeroboam. El mensaje incluye una señal específica: el altar se dividirá y sus cenizas se derramarán. Esta señal tiene como propósito confirmar la veracidad de las palabras del profeta y la intervención de Dios en la situación. La división del altar simboliza el juicio de Dios contra la idolatría y la desobediencia. Es un recordatorio poderoso de que Dios está en control y que Su voluntad no puede ser frustrada por las acciones humanas. El evento subraya la importancia de escuchar a los mensajeros de Dios y de adherirse a Sus mandamientos. También destaca el tema de la intervención divina en los asuntos humanos, mostrando que Dios participa activamente en guiar y corregir a Su pueblo. A través de esta señal, Dios demuestra Su autoridad y la seriedad de Sus instrucciones, llamando a Su pueblo de regreso a la adoración fiel y la obediencia.
Y dio una señal aquel mismo día, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: He aquí que el altar se dividirá, y las cenizas que están sobre él se derramarán.
1 Reyes 13:3
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