La propuesta del rey Salomón de dividir al niño vivo es una prueba del verdadero amor maternal y de la sabiduría. Dos mujeres se presentan ante él, cada una reclamando ser la madre del mismo niño. En un juicio que parece severo, Salomón sugiere cortar al niño en dos, sabiendo que la verdadera madre nunca permitiría que su hijo sufriera. Esta sugerencia no es un mandato literal, sino un movimiento estratégico para revelar a la madre genuina, quien inmediatamente ofrece renunciar a su reclamo para salvar la vida de su hijo.
Este relato es famoso por ilustrar la sabiduría de Salomón, un don que recibió de Dios. Subraya la importancia del discernimiento y la comprensión en la resolución de disputas y en la toma de decisiones justas. La historia también resalta la profundidad del amor de una madre, dispuesta a sacrificar sus propios deseos por la seguridad y el bienestar de su hijo. El juicio de Salomón no solo resuelve el conflicto, sino que también establece su reputación como un gobernante sabio y justo, capaz de ver más allá de la superficie hasta el corazón del asunto.