En esta narrativa, Samuel tiene la tarea de encontrar y ungir al próximo rey de Israel, ya que Dios ha rechazado a Saúl. Cuando Samuel ve a Eliab, el hijo mayor de Isaí, asume instintivamente que Eliab es el elegido debido a su impresionante apariencia. Esta suposición refleja una inclinación humana natural a juzgar basándose en lo visible y externo. Sin embargo, los criterios de Dios para el liderazgo son diferentes; Él mira el corazón en lugar de las apariencias externas. Esta historia sirve como un poderoso recordatorio de que los caminos de Dios no son nuestros caminos, y Sus elecciones a menudo desafían nuestras percepciones. Nos anima a buscar una comprensión más profunda y a valorar las cualidades internas sobre las superficiales. Este pasaje invita a los creyentes a confiar en la sabiduría de Dios y a cultivar un corazón que se alinee con Sus valores, enfatizando la importancia del carácter y la integridad sobre meros atributos físicos.
Y aconteció que, cuando ellos vinieron, él vio a Eliab y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
1 Samuel 16:6
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