En esta doxología, el apóstol Pablo ofrece una profunda expresión de alabanza a Dios, afirmando atributos clave que definen su naturaleza divina. Al referirse a Dios como el "Rey eterno", Pablo subraya la soberanía de Dios y su reinado atemporal sobre toda la creación. El término "inmortal" habla de la existencia interminable de Dios, destacando que no está sujeto a la muerte o la decadencia como los seres humanos. "Invisible" señala la naturaleza espiritual de Dios, quien está más allá de la vista y comprensión humanas, pero que está profundamente presente en el mundo.
La frase "el único Dios" refuerza la creencia monoteísta central del cristianismo, reconociendo que no hay ninguno como Él. Esta declaración sirve como un poderoso recordatorio de la singularidad y supremacía de Dios. El llamado a dar honor y gloria a Dios "por los siglos de los siglos" enfatiza la naturaleza perpetua de la adoración y el respeto que los creyentes están llamados a ofrecer. Este versículo invita a los cristianos a reflexionar sobre la majestad y santidad de Dios, inspirando una vida de devoción y alabanza.