El duodécimo capítulo de 2 Crónicas relata un momento crítico en el reinado de Roboam. A medida que su reino se fortalece, la arrogancia y el alejamiento de Dios conducen a la invasión de Sisaq, rey de Egipto. Este ataque pone a prueba la fe y la lealtad de Judá. Cuando el pueblo se da cuenta de su pecado y se humilla ante Dios, Él responde con misericordia. A pesar de la amenaza, Dios envía un mensaje a Roboam a través del profeta Semaías, asegurándole que no serán destruidos por completo. Este capítulo resalta la importancia del arrepentimiento y la humildad ante Dios, mostrando que incluso en tiempos de juicio, la misericordia divina está disponible para aquellos que se vuelven a Él. La respuesta de Dios a la humillación del pueblo es un poderoso recordatorio de su amor y fidelidad, incluso en medio de la adversidad.
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