El vigésimo octavo capítulo de 2 Crónicas narra el reinado de Acaz, hijo de Jotam, quien se aparta de los caminos de Dios. A diferencia de sus predecesores, Acaz se involucra en la idolatría y busca ayuda en naciones paganas. Como resultado, Judá enfrenta derrotas significativas ante Israel y Siria. Acaz, en su desesperación, recurre a prácticas paganas y sacrifica a sus propios hijos, lo que provoca la ira de Dios. Este capítulo destaca las consecuencias devastadoras de alejarse de Dios y la importancia de la fidelidad en el liderazgo. La historia de Acaz es un recordatorio de que la desobediencia a Dios no solo afecta al líder, sino también a toda la nación. A pesar de su infidelidad, Dios envía profetas para advertir al pueblo y llamar al arrepentimiento, mostrando su deseo de restaurar a aquellos que se vuelven a Él.
2 Crónicas capítulo 28
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