Las promesas de Dios son firmes y encuentran su cumplimiento en Jesucristo. Este versículo asegura a los creyentes que, sin importar cuántas promesas haya hecho Dios, todas se afirman y realizan en Cristo. El "Sí" en Cristo significa que Jesús es la confirmación definitiva de la fidelidad de Dios. A través de Él, los creyentes pueden reclamar con confianza estas promesas, sabiendo que son verdaderas y fiables.
Cuando los cristianos dicen "Amén", no solo están de acuerdo con las promesas, sino que también participan en el cumplimiento de estas promesas a través de su fe. Este acto de decir "Amén" es una declaración de confianza y una expresión de fe en el compromiso inquebrantable de Dios con Su palabra. Es a través de esta expresión que los creyentes glorifican a Dios, ya que demuestra su dependencia de Sus promesas y su creencia en Su plan final.
Este versículo invita a los creyentes a vivir con la certeza de que las promesas de Dios no son solo palabras, sino que se cumplen activamente en sus vidas a través de Cristo. Los anima a abrazar la certeza de las promesas de Dios, sabiendo que en Cristo, cada promesa es un "Sí", y a través de su fe, pueden glorificar a Dios.