Este versículo concluye una carta, donde el autor envía saludos de los hijos de la hermana del destinatario. Este gesto simple pero sincero subraya la naturaleza familiar y comunitaria de las relaciones cristianas en los primeros tiempos. La frase "elegidos por Dios" significa el llamado especial e identidad de los creyentes, enfatizando que son parte de una familia divina. Este saludo no es solo una formalidad, sino un reflejo de los profundos lazos que unen a los cristianos a través de las distancias. Nos recuerda la importancia de mantener conexiones y apoyarnos mutuamente en la fe.
La mención de los hijos de la hermana también resalta el aspecto generacional de la fe, sugiriendo que el mensaje y la comunidad cristiana deben ser transmitidos y compartidos. Anima a los creyentes a valorar y nutrir estas relaciones, reconociendo que son parte de una familia más grande, elegida por Dios. Este versículo, aunque breve, encapsula la esencia de la comunión cristiana: unidad, amor y aliento mutuo.