El rey Josías fue un reformador que buscó restaurar la verdadera adoración en Judá. Durante su reinado, tomó medidas decisivas contra las prácticas que habían alejado al pueblo de Dios. Los lugares altos eran santuarios locales donde se ofrecían sacrificios, a menudo en contra de las leyes dadas a Moisés. Estos lugares se habían convertido en centros de idolatría y falsa adoración. Las reformas de Josías incluían reunir a sacerdotes de toda Judá y contaminar estos lugares altos, desde Geba en el norte hasta Beerseba en el sur. Este acto simbolizaba un rechazo a la idolatría y un retorno a la adoración de Dios en el templo de Jerusalén, tal como se prescribía en la ley. Al derribar el umbral a la entrada de la puerta de Josué, Josías hacía una declaración pública contra la corrupción que había infiltrado las prácticas religiosas. Sus esfuerzos formaban parte de un movimiento más amplio para renovar el pacto con Dios y asegurar que la adoración se realizara de una manera que le agradara. Las acciones de Josías recuerdan a los creyentes la importancia de alinear la adoración con la voluntad de Dios y la necesidad de una continua reforma y renovación en las prácticas de fe.
Y trajo a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y contaminó los lugares altos donde los sacerdotes habían quemado incienso, desde Geba hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, los cuales estaban a la mano izquierda de la puerta de la ciudad.
2 Reyes 23:8
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