Este versículo ilustra una profunda creencia en el poder de la oración intercesora y la esperanza de redención después de la muerte. Enfatiza la importancia de la fe y la convicción de que la misericordia y la justicia de Dios trascienden la vida terrenal. El acto de expiar por los difuntos refleja un sentido profundo de comunidad y responsabilidad entre los creyentes, sugiriendo que las oraciones pueden asistir a aquellos que han partido en su camino hacia la purificación espiritual. Esta práctica subraya la creencia en una vida después de la muerte donde las almas pueden ser limpiadas y preparadas para la recompensa eterna. Es un recordatorio del vínculo perdurable entre los vivos y los muertos, y de la esperanza de que la gracia de Dios puede alcanzar más allá de la tumba. Tales creencias animan a los fieles a vivir vidas de rectitud y compasión, confiando en el plan supremo de Dios para la salvación y la promesa de vida eterna para aquellos que se esfuerzan por vivir en piedad.
Y haciendo esto, mostró que había gran bondad y que había de resucitar a los muertos; porque si no hubiera esperado que los que habían caído resucitaran, hubiera sido superfluo y vano orar por los muertos.
2 Macabeos 12:45
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