La escena descrita es una de angustia comunitaria y ferviente oración. Las mujeres, a menudo consideradas el corazón del hogar, se aventuran a espacios públicos, mostrando la profundidad de la crisis. Al vestir cilicio, un símbolo tradicional de luto y arrepentimiento, expresan su súplica sincera por ayuda divina. Las jóvenes, generalmente protegidas y mantenidas en el hogar, se unen a este clamor público, indicando la gravedad de la situación. Esta acción colectiva subraya la importancia de la unidad y la fe en tiempos de adversidad. También destaca el papel significativo que desempeñan las mujeres en la vida espiritual y comunitaria, a menudo liderando la búsqueda de intervención divina. La imagen de mujeres en las puertas, muros y ventanas simboliza una comunidad al borde, mirando hacia afuera en busca de esperanza y salvación. Este pasaje sirve como un poderoso recordatorio de la fuerza que se encuentra en la oración comunitaria y la esperanza que la fe puede brindar en tiempos difíciles.
Y el sacerdote Onías, que era el más grande, y todos los demás, viendo que el altar estaba cubierto de fuego, y que el fuego se había encendido, y que el humo subía, se llenaron de temor y se pusieron a orar.
2 Macabeos 3:20
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