Heliodoro, quien había sido enviado a apoderarse de los tesoros del templo, experimentó una intervención milagrosa que lo dejó incapacitado. Mientras se recuperaba, las mismas figuras angelicales que lo habían golpeado aparecieron una vez más. Le instruyeron que agradeciera al sumo sacerdote Onías, enfatizando que fue a través de las oraciones y la fidelidad de Onías que Dios mostró misericordia y le devolvió la vida a Heliodoro. Esto subraya el poder de la oración intercesora y el papel protector de los líderes espirituales. También ilustra el tema de la justicia y la misericordia divina, mostrando que incluso aquellos que se oponen al pueblo de Dios pueden experimentar Su gracia cuando se vuelven hacia Él. La narrativa anima a los creyentes a confiar en la protección de Dios y a ser agradecidos por los líderes espirituales que los guían e interceden por ellos. Es un testimonio de la creencia de que Dios escucha las oraciones de los fieles y actúa de maneras que pueden no ser siempre visibles de inmediato, pero que son profundamente impactantes.
Y cuando el sacerdote había ofrecido el sacrificio, el fuego salió de la piedra y consumió el sacrificio, y el pueblo se maravilló.
2 Macabeos 3:30
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