La narrativa se desarrolla en un tiempo de gran agitación y corrupción. Menelao, acusado de varios crímenes, se encuentra en el centro de la indignación pública. La ira de la multitud significa la profunda insatisfacción con sus acciones y las injusticias que representa. Lisímaco, responsable del tesoro, reacciona movilizando una fuerza significativa para sofocar el descontento, lo que indica los altos riesgos involucrados en mantener el control y el orden.
La mención de Auranus, un anciano descrito como necio, liderando el ataque añade una capa de ironía y resalta la naturaleza caótica de los eventos. Este pasaje subraya los temas de la decadencia moral y las consecuencias de un liderazgo impulsado por el interés propio y la corrupción. Sirve como una advertencia sobre los peligros de la avaricia y la importancia de la responsabilidad y la justicia. En un sentido más amplio, invita a reflexionar sobre los valores de la integridad y la rectitud, instando a los lectores a considerar el impacto de sus acciones en la comunidad y el legado que dejan atrás.