Judas Macabeo, líder de la revuelta judía contra el Imperio Seléucida, inspira a sus tropas recordando un poderoso ejemplo de intervención divina en su historia. Habla de la amenaza del rey Sennacherib de Asiria contra Jerusalén, cuando Dios intervino y derribó a 185,000 soldados de Sennacherib. Este evento milagroso es un testimonio de la capacidad de Dios para proteger y liberar a su pueblo, incluso frente a adversidades aparentemente insuperables. Al evocar esta historia, Judas busca elevar la moral y la fe de sus hombres, recordándoles que así como Dios actuó en el pasado, puede actuar nuevamente en sus circunstancias actuales.
Esta narrativa sirve como un recordatorio de la presencia y el poder perdurables de Dios en la vida de los creyentes. Les anima a encontrar fortaleza en su fe y en las historias de liberaciones pasadas de Dios. El versículo subraya la importancia de la fe y la confianza en la providencia divina, especialmente al enfrentar desafíos que parecen estar más allá de la capacidad humana. Es un llamado a recordar que Dios siempre está presente y dispuesto a ayudar a quienes confían en Él, fomentando un espíritu de esperanza y resiliencia ante la adversidad.