Nicanor, un comandante que había planeado vender a los judíos como esclavos, experimenta una dramática reversión de fortuna. Su derrota se atribuye a la intervención divina, subrayando el tema de la justicia de Dios y la protección sobre Su pueblo. La confianza inicial de Nicanor y su plan de beneficiarse de los judíos se desmoronan, llevándolo a una retirada humillante. Se ve obligado a abandonar su lujosa vestimenta y huir como un esclavo fugitivo, simbolizando su completa caída. Esta narrativa es un poderoso recordatorio de la futilidad del orgullo humano y el triunfo final de la fe y la rectitud. Resalta la creencia de que Dios está con los oprimidos y los liberará de sus adversarios, sin importar cuán poderosos parezcan. La historia anima a los creyentes a mantener su fe, confiando en que Dios actuará en su favor y traerá justicia a Su tiempo y manera.
Y los que quedaban de los que habían sido despojados, se fueron a Jerusalén, y se unieron a los que estaban allí, y se hicieron fuertes en la guerra.
2 Macabeos 8:34
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