En el tiempo del rey David, el reino de Israel estaba bien organizado, con diversos funcionarios designados para manejar diferentes responsabilidades. Adoram era el encargado del trabajo forzado, una práctica típica en los reinos antiguos para proyectos de construcción a gran escala y otras necesidades estatales. Este papel era significativo, ya que implicaba gestionar la mano de obra que contribuía a la infraestructura y el desarrollo de la nación.
Jehosafat, hijo de Ahilud, desempeñaba el papel de escribano. Su función era esencial para mantener registros precisos de los asuntos del reino, incluyendo documentos legales, decretos reales y eventos históricos. Esta posición aseguraba que la administración funcionara sin problemas y que las decisiones del rey fueran documentadas y comunicadas de manera efectiva.
El versículo ilustra la naturaleza estructurada del gobierno de David, enfatizando la importancia del liderazgo, la organización y la delegación en la gestión de una nación. Refleja cómo cada rol, aunque diferente, contribuía a la estabilidad y prosperidad general del reino, destacando el valor del trabajo en equipo y la cooperación para alcanzar metas comunes.