En esta narrativa, Dios habla a David a través del profeta Gad, presentándole una decisión difícil como resultado de su desobediencia. David había realizado un censo de Israel, lo cual iba en contra del mandato de Dios, reflejando una dependencia de la fuerza humana en lugar de la provisión divina. Las tres opciones que se le dan a David—tres años de hambre, tres meses huyendo de enemigos, o tres días de plaga—subrayan la gravedad de sus acciones y la necesidad de rendir cuentas. Sin embargo, el hecho de que Dios permita que David elija su castigo también revela un aspecto compasivo de la justicia divina. Muestra que Dios no solo es un juez, sino también un guía personal que involucra a su pueblo en su propio camino de redención. Este pasaje anima a los creyentes a considerar el peso de sus elecciones y la constante oportunidad de arrepentimiento y restauración con Dios. También nos asegura que, incluso en la disciplina, la presencia y guía de Dios permanecen firmes.
Ve y di a David: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco; escoge una de ellas, y yo la haré venir sobre ti.
2 Samuel 24:12
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