En este versículo, Dios se dirige al rey David a través del profeta Natán, prometiendo que el hijo de David edificará una casa para Su Nombre. Esto se refiere a Salomón, el hijo de David, quien construiría el templo en Jerusalén, un lugar central de adoración para los israelitas. La promesa de establecer el trono de su reino para siempre significa un pacto divino que se extiende más allá de Salomón, apuntando a un reino eterno. Esta promesa se ve como un precursor de la venida de Jesucristo, quien, según los cristianos, cumple esta profecía a través de Su reinado eterno. El versículo enfatiza la fidelidad de Dios y la importancia de un legado espiritual que trasciende generaciones. Asegura a los creyentes el compromiso inquebrantable de Dios con Sus promesas y la esperanza de un reino eterno a través de Cristo. Este mensaje de continuidad y promesa divina es una piedra angular de la fe cristiana, animando a los creyentes a confiar en el plan de Dios y Su soberanía eterna.
Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
2 Samuel 7:13
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