Jesús de Nazaret fue ungido por Dios con el Espíritu Santo y poder, lo que significa aprobación y autoridad divina. Esta unción le permitió llevar a cabo su misión de hacer el bien y sanar a los oprimidos por fuerzas malignas. El versículo subraya la presencia de Dios con Jesús, que era la fuente de su fuerza y capacidad para realizar milagros. Refleja la naturaleza compasiva del ministerio de Jesús, centrado en la liberación y la sanación. Este pasaje asegura a los creyentes el poder de Dios para vencer el mal y provocar transformación y sanación en sus vidas. También anima a los cristianos a buscar la guía del Espíritu Santo en sus propias vidas, para hacer el bien y ayudar a quienes lo necesitan. El versículo sirve como un poderoso recordatorio del impacto de la presencia y el empoderamiento divinos en la difusión del amor y la bondad en el mundo.
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret; y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Hechos 10:38
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