Dios nos llama a ser luz en el mundo, reflejando su amor y gracia a todas las personas, sin importar su origen. Este mandato nos invita a llevar el mensaje de salvación a cada rincón del planeta, siendo testigos de la bondad divina. Nuestra misión es vivir de manera que otros vean en nosotros el reflejo de Cristo y deseen conocerlo personalmente.
Ser luz significa actuar con compasión, justicia y verdad, mostrando con nuestras acciones y palabras el carácter de Dios. Nos desafía a salir de nuestra zona de confort y compartir el evangelio, no solo con palabras, sino con hechos concretos de amor y servicio. A través de esta misión, participamos en el plan redentor de Dios, trayendo esperanza y transformación a un mundo necesitado.