Pablo, en su camino a Jerusalén, se detiene en Mileto y llama a los ancianos de Éfeso. En su emotivo discurso, recuerda su ministerio entre ellos, enfatizando su dedicación y el sufrimiento que ha enfrentado por el evangelio. Les advierte sobre la llegada de falsos maestros que intentarán desviar a los creyentes de la verdad. Pablo les exhorta a cuidar de la iglesia y a ser vigilantes. Este capítulo destaca la importancia del liderazgo en la iglesia y la necesidad de permanecer firmes en la fe ante las amenazas externas e internas.
Hechos capítulo 20
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