En el bullicioso entorno del templo, la sanación milagrosa de un hombre que había sido cojo de nacimiento capturó la atención de todos los que pasaban. Este hombre, conocido por muchos como el mendigo en la Puerta Hermosa, ahora caminaba y saltaba, una vista que llenó a los espectadores de asombro y maravilla. Este evento no fue solo una sanación física, sino una profunda demostración del poder de Dios que actuaba a través de los apóstoles Pedro y Juan. Ilustra el potencial transformador de la fe y las maneras inesperadas en que Dios puede obrar en nuestras vidas. El milagro sirvió como un catalizador para la difusión del Evangelio, ya que abrió los corazones de muchos al mensaje de Jesucristo. También subraya el tema de la restauración y la renovación, mostrando que ninguna situación está fuera del alcance de la gracia divina. La reacción de asombro y admiración de la comunidad refleja la alegría y la esperanza que tales actos de bondad y poder pueden inspirar, animando a los creyentes a confiar en la capacidad de Dios para traer cambio y sanación.
Y le reconocieron que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Hechos 3:10
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