En este momento, Dios se presenta a Moisés como el Dios de sus antepasados, Abraham, Isaac y Jacob, estableciendo una conexión profunda entre el pasado y el presente. Esta declaración recuerda la inquebrantable fidelidad de Dios y el pacto que estableció con los patriarcas. Al identificarse de esta manera, Dios asegura a Moisés Su compromiso duradero con Su pueblo y Sus promesas.
La reacción de Moisés, temblando y lleno de miedo, refleja la respuesta humana natural ante la presencia divina. Resalta la santidad y majestad de Dios, que pueden ser tanto inspiradoras como abrumadoras. Este encuentro invita a los creyentes a acercarse a Dios con reverencia y humildad, reconociendo Su grandeza y la sacralidad de Su presencia. También nos anima a confiar en la fidelidad de Dios, ya que Él sigue siendo el mismo Dios que guió y protegió a los antepasados de la fe. Esta continuidad ofrece consuelo y seguridad de que Dios está activamente involucrado en la vida de Su pueblo, guiándolos en sus caminos.