Este pasaje de Baruc enfatiza la importancia de reconocer nuestra capacidad y responsabilidad actual de honrar a Dios. Contrasta a los vivos con aquellos que han fallecido, señalando que los muertos no pueden participar activamente en glorificar a Dios ni en buscar justicia. Esto nos recuerda de manera contundente que debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo en la tierra, usándolo para vivir de acuerdo con los valores divinos. El versículo nos anima a abrir los ojos a las oportunidades que tenemos para servir a Dios y a los demás, destacando la naturaleza transitoria de la vida y la urgencia de actuar conforme a los principios divinos. Al centrarnos en la justicia y la gloria, llama a los creyentes a vivir con propósito, asegurando que sus vidas sean un testimonio de su fe y compromiso con las enseñanzas de Dios. Este mensaje resuena en diversas tradiciones cristianas, instando a una vida de fe activa y servicio.
Y ahora, oh Señor Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel, y de los hijos de los que pecaron contra ti, y no escucharon la voz de su Dios; porque no hay en ellos la verdad, ni en sus corazones, ni en sus labios, ni en sus manos, ni en sus pies.
Baruc 2:17
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