En este pasaje, la comparación entre un rey valiente o un objeto útil del hogar y un dios falso resalta la vacuidad de la idolatría. El texto sugiere que incluso los objetos más humildes o mundanos, cuando cumplen una función, tienen más valor que los ídolos, que son inanimados y carentes de poder. Esto sirve como un recordatorio para los creyentes de que el verdadero valor radica en un propósito y acción genuinos, no en la adoración de dioses falsos o símbolos vacíos. El pasaje anima a las personas a cultivar virtudes como el valor y la utilidad, que tienen un impacto real y significativo en el mundo. Al hacerlo, se alinean con una vida de autenticidad y contribución significativa, en lugar de dejarse llevar por el atractivo de apariencias superficiales o engañosas. Este mensaje resuena en diversas tradiciones cristianas, enfatizando el llamado universal a vivir una vida de propósito e integridad.
60 Y si alguno de ellos se ha hecho rey, no lo ha hecho Dios; y si alguno de ellos ha sido hecho rey, no lo ha hecho Dios; y si alguno de ellos ha sido hecho rey, no lo ha hecho Dios.
Baruc 6:60
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