En el cierre de su carta, Pablo añade una nota personal al escribir el saludo final él mismo, una práctica común para autenticar sus cartas. Esto refuerza la conexión personal y la sinceridad de su mensaje. Al mencionar sus cadenas, se refiere a su encarcelamiento, lo que sirve como un poderoso recordatorio del costo del discipulado y los sacrificios que hace por la difusión del Evangelio. Esta mención de sus cadenas no es solo un llamado a la simpatía, sino un llamado a la solidaridad entre los creyentes, instándolos a recordar y apoyar a aquellos que son perseguidos por su fe.
Las palabras finales de Pablo, "gracia sea con vosotros", son una bendición que encapsula la esencia de su mensaje. La gracia, un tema central en las enseñanzas de Pablo, es el favor inmerecido de Dios que empodera y sostiene a los creyentes. Aun en sus difíciles circunstancias, Pablo extiende esta gracia a sus lectores, demostrando que la gracia de Dios es suficiente en todas las situaciones. Este adiós anima a los destinatarios a confiar en la gracia de Dios y a permanecer firmes en su fe, sin importar los desafíos que enfrenten.