En este versículo, el hablante hace una declaración solemne ante Dios, afirmando su fidelidad en el manejo de las ofrendas sagradas. El contexto es un ritual donde los israelitas presentan sus diezmos, reconociendo la provisión de Dios y su responsabilidad de cumplir con Sus leyes. El hablante enfatiza que no ha consumido la porción sagrada durante el duelo, lo cual habría sido inapropiado, ya que podría haber contaminado la ofrenda. También afirma que no la ha utilizado mientras estaba en un estado de impureza ritual ni la ha ofrecido a los muertos, prácticas que estaban prohibidas. Esta declaración subraya la importancia de la pureza y la obediencia en la adoración. Sirve como recordatorio de que honrar a Dios requiere una cuidadosa adherencia a Sus mandamientos, incluso en tiempos difíciles. El versículo invita a los creyentes a examinar sus propias vidas, asegurándose de que sus acciones se alineen con su fe y compromiso con Dios. Habla sobre el tema más amplio de vivir una vida que sea agradable a Dios, marcada por la integridad y la devoción.
No he comido de ello en mi duelo, ni he apartado de ello para uso de los muertos; he oído la voz de Jehová, mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has mandado.
Deuteronomio 26:14
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