En Deuteronomio 28:36, el texto se dirige a los israelitas, advirtiéndoles sobre las graves consecuencias de desobedecer las leyes de Dios. Predice un tiempo en el que ellos, junto con su rey, serán llevados a una tierra extranjera. Este exilio representa una pérdida significativa de identidad y autonomía, ya que estarán sujetos a una cultura y religión que les son ajenas y contrarias a las suyas. La referencia a la adoración de dioses de madera y piedra subraya la futilidad y el vacío de la idolatría. Estos ídolos, a diferencia del Dios vivo, no pueden ofrecer protección, guía ni satisfacción. El versículo sirve como un poderoso recordatorio de la relación de pacto entre Dios y su pueblo, enfatizando la necesidad de lealtad y adherencia a sus mandamientos. También refleja el tema bíblico más amplio del exilio como consecuencia del pecado, instando a los creyentes a considerar las implicaciones espirituales de sus acciones. Este pasaje anima a un regreso a la fidelidad y al rechazo de ídolos falsos, destacando la importancia perdurable de la integridad espiritual y la devoción.
Jehová te llevará a ti y a tu rey, al cual habrás puesto sobre ti, a una nación que no conociste, ni tus padres; y allí servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra.
Deuteronomio 28:36
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