Moisés está recordando la distribución de las tierras conquistadas al este del río Jordán entre las tribus de Israel. La tierra de Galaad y Basán, que estuvo bajo el dominio del rey Og, se asigna a la media tribu de Manasés. Esta asignación es significativa ya que cumple la promesa de Dios a los israelitas, otorgándoles un hogar después de su largo viaje desde Egipto. La referencia a los refaítas, un grupo conocido por su imponente estatura, enfatiza la naturaleza milagrosa de la victoria de Israel sobre enemigos poderosos. La tierra de Basán, rica y fértil, simboliza la abundante provisión de Dios para Su pueblo. Este pasaje anima a los creyentes a reconocer la mano de Dios en sus vidas, proveyendo para sus necesidades y cumpliendo Sus promesas. También sirve como un recordatorio de la importancia de la fe y la obediencia para recibir las bendiciones de Dios. El contexto histórico del versículo destaca la continuidad de la fidelidad de Dios desde el pasado hasta el presente, ofreciendo consuelo a quienes confían en Su guía.
Y el resto de la herencia de la tribu de Manasés, toda la región de Argob, que es llamada la tierra de los gigantes, toda ella fue dada a la media tribu de Manasés; toda la cual fue llamada la tierra de los gigantes.
Deuteronomio 3:13
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