En esta escena, Moisés, junto a Josué, entrega un cántico a los israelitas, marcando un momento significativo de enseñanza y reflexión. El cántico que comparte Moisés es un resumen poético de la relación de Dios con Israel, que incluye Su fidelidad, los fracasos pasados del pueblo y el llamado a permanecer devotos a los mandamientos de Dios. Al pronunciar estas palabras en presencia de toda la comunidad, Moisés asegura que el mensaje sea escuchado e internalizado por todos, reforzando la unidad y el propósito compartido entre los israelitas.
La participación de Josué es especialmente importante, ya que simboliza la transición del liderazgo. Josué, quien sucederá a Moisés, es un testimonio de la continuidad del plan de Dios y la naturaleza perdurable de Sus promesas. Esta declaración pública sirve como una reafirmación comunitaria de su pacto con Dios, recordando al pueblo su identidad y responsabilidades como nación elegida por Él. Subraya la importancia de enseñar y preservar la palabra de Dios para las futuras generaciones, asegurando que Su guía siga siendo una parte central de sus vidas.