Moisés se dirige a los israelitas, recordándoles su papel como mediador entre ellos y Dios. En el Monte Sinaí, la presencia de Dios era tan poderosa y asombrosa, simbolizada por el fuego, que la gente tenía demasiado miedo para acercarse. Moisés se interpuso, actuando como un puente entre lo divino y el pueblo, para entregar los mandamientos de Dios. Esto ilustra la necesidad de tener líderes que puedan interpretar y transmitir los mensajes divinos, especialmente cuando la presencia directa de Dios se siente abrumadora. Además, subraya la tendencia humana a temer lo desconocido o lo divino cuando se manifiesta de maneras que van más allá de nuestra comprensión. El papel de Moisés tranquiliza al pueblo, recordándoles que no están solos en su camino espiritual y que hay quienes pueden ayudarles a superar sus miedos e incertidumbres. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en sus líderes espirituales y a buscar orientación cuando se enfrentan a experiencias espirituales desafiantes, sabiendo que las intenciones de Dios siempre son para su bien.
Yo estuve entre Jehová y vosotros en aquel tiempo, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis miedo del fuego y no subisteis al monte. Dijo Jehová:
Deuteronomio 5:5
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