En la comunidad cristiana, Cristo ha establecido una variedad de roles para asegurar el crecimiento espiritual y la unidad de los creyentes. Los apóstoles son vistos como pioneros, sentando bases y difundiendo el evangelio en nuevas áreas. Los profetas ofrecen visión y orientación, proclamando la verdad de Dios en diversas situaciones. Los evangelistas se enfocan en compartir la buena nueva de Jesús con aquellos que aún no la han escuchado. Los pastores, o pastores, cuidan del bienestar espiritual de la congregación, brindando guía y apoyo. Los maestros ayudan a profundizar la comprensión de las escrituras y la doctrina, equipando a los creyentes con conocimiento y sabiduría.
Estos roles no son jerárquicos, sino complementarios, cada uno contribuyendo a la misión de la iglesia. Al dotar a los individuos con estos dones, Cristo asegura que la iglesia pueda abordar las diversas necesidades de sus miembros y del mundo que la rodea. Esta estructura fomenta una comunidad donde los creyentes pueden crecer en fe, aprender unos de otros y trabajar juntos para cumplir la Gran Comisión. La presencia de estos roles resalta la importancia de la colaboración y el apoyo mutuo en el camino cristiano.