Efesios 4:9 profundiza en el misterio de la encarnación y exaltación de Cristo. Al afirmar "él ascendió", el versículo implica que Cristo primero descendió al ámbito terrenal. Este descenso simboliza que Jesús dejó su trono celestial para hacerse humano, experimentando toda la gama de la vida humana, incluido el sufrimiento y la muerte. Su disposición a descender refleja su inmenso amor y humildad, ya que vino a servir y salvar a la humanidad.
La ascensión, por otro lado, marca su victoria sobre el pecado y la muerte, afirmando su naturaleza y autoridad divina. Significa la culminación de su misión terrenal y su regreso al Padre, donde intercede por nosotros. Este movimiento dual de descenso y ascenso encapsula el núcleo de la fe cristiana: Dios alcanzando a la humanidad para elevarnos hacia Él. Nos anima a abrazar la esperanza y redención que se ofrecen a través del sacrificio y victoria de Cristo, recordándonos el poder transformador de su amor y gracia.