La familia de Jacob, que suma setenta personas, marca un momento significativo en la historia de los israelitas. Este grupo, descendientes de Jacob, es la semilla de lo que se convertiría en una gran nación. La presencia de José en Egipto es crucial, ya que fue a través de él que la familia encontró refugio durante una época de hambre. Este versículo subraya la fidelidad de Dios al preservar a Su pueblo y cumplir Sus promesas a los patriarcas. El número setenta, a menudo visto como un símbolo de plenitud, sugiere que el plan de Dios está comenzando a desplegarse.
El viaje anterior de José a Egipto, aunque lleno de pruebas personales, fue parte de una estrategia divina para asegurar la supervivencia y el crecimiento de la familia de Jacob. Este versículo también anticipa la eventual esclavitud de los israelitas y su posterior liberación, una narrativa clave en la Biblia. Sirve como un recordatorio de la importancia de confiar en el tiempo y los propósitos de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen desafiantes. La historia de los descendientes de Jacob en Egipto es un testimonio del compromiso inquebrantable de Dios con Su pacto y el desarrollo de Su plan redentor para la humanidad.