La instrucción de no dejar nada del cordero de Pascua hasta la mañana y de quemar las sobras subraya la sacralidad y urgencia de esta comida. No era simplemente una comida común, sino un acto significativo de fe y obediencia, marcando la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto. Al consumir el cordero por completo, los israelitas demostraron su disposición a seguir el mandato de Dios y su confianza en Su promesa de liberación. Quemar las sobras aseguraba que la comida se tratara con reverencia y que nada quedara para descomponerse o ser mal utilizado, simbolizando la plenitud y suficiencia de la provisión de Dios. Esta práctica también resaltaba la seriedad de la relación de pacto entre Dios y Su pueblo, ya que debían recordar este acto de liberación por generaciones. La Pascua se convirtió en un profundo recordatorio de la fidelidad de Dios y la necesidad de que Su pueblo esté preparado y obediente, confiando en Su tiempo y provisión.
Y no dejaréis de él nada hasta la mañana; y lo que quedare de él hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
Éxodo 12:10
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