Las instrucciones dadas a los israelitas para la preparación del cordero de la Pascua eran precisas e intencionales. Asar el cordero al fuego, en lugar de hervirlo o comerlo crudo, era una directiva significativa. Este método de cocción simbolizaba la pureza y la totalidad del sacrificio, ya que el cordero debía ser cocinado entero, incluyendo su cabeza, patas y vísceras. Esta integridad reflejaba la unidad de la comunidad israelita y su experiencia compartida de la liberación de Dios.
Además, asar al fuego era una elección práctica, ya que era más rápido y eficiente, alineándose con la urgencia de la inminente salida de los israelitas de Egipto. El fuego también simbolizaba la purificación y la presencia de Dios, reforzando la sacralidad de la comida de Pascua. Al adherirse a estas instrucciones, los israelitas no solo estaban preparando una comida, sino que participaban en un profundo acto de fe y obediencia, confiando en la promesa de liberación y protección de Dios. Este acto de fe fue un paso crucial en su camino de la esclavitud a la libertad, marcando el comienzo de su relación de pacto con Dios.