En el monte Sinaí, Dios da instrucciones específicas a Moisés para que establezca límites alrededor de la montaña, asegurándose de que el pueblo no se acerque demasiado a Su presencia santa. Esta directiva destaca la sacralidad del monte como un lugar donde Dios se revelará. La orden de no tocar el monte subraya el concepto de santidad, que es fundamental para entender la naturaleza de Dios. La santidad implica una separación de lo ordinario, y esta separación se representa físicamente por los límites establecidos alrededor de la montaña. La severa consecuencia de cruzar estos límites—la muerte—ilustra la seriedad de acercarse a Dios sin la debida reverencia y preparación. Este momento en la narrativa bíblica sirve como un poderoso recordatorio de la necesidad de respeto y asombro en la presencia de lo divino. También anticipa la forma en que la santidad de Dios sería accesible más tarde a través de Jesucristo, quien cierra la brecha entre lo divino y lo humano, permitiendo que los creyentes se acerquen a Dios con confianza y reverencia. Este pasaje invita a reflexionar sobre cómo nos acercamos a Dios en nuestras propias vidas, enfatizando la necesidad de humildad y respeto.
Y señalarás límites al pueblo en derredor, diciendo: Guardáos de subir al monte, ni toquéis su extremo; cualquiera que tocare el monte, de cierto morirá.
Éxodo 19:12
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