Levi, el tercer hijo de Jacob y Lea, es una figura fundamental en la historia de los israelitas. Sus tres hijos—Gersón, Coat y Merari—se convirtieron en los jefes de los clanes levíticos, cada uno con roles específicos en las prácticas religiosas de Israel. Los gersonitas eran responsables del cuidado de las telas y cubiertas del tabernáculo, los coatitas de los objetos sagrados como el Arca de la Alianza, y los meraritas de los componentes estructurales del tabernáculo. Esta división del trabajo resalta la naturaleza organizada y comunitaria de la adoración israelita.
La mención de la edad de Levi, 137 años, subraya la longevidad y la importancia de su vida, un motivo común en la Biblia para los patriarcas. Los levitas, como descendientes de Levi, fueron apartados para deberes religiosos, sirviendo como sacerdotes y cuidadores del templo. Esta línea de descendencia es crucial para entender el desarrollo de la identidad religiosa de Israel y el papel central de los levitas en el mantenimiento de la relación de pacto con Dios. El pasaje enfatiza la importancia de la herencia y la transmisión de la fe y responsabilidades a través de las generaciones.