La confrontación entre Moisés y el faraón alcanza un nuevo nivel cuando Dios instruye a Moisés y Aarón para que se presenten ante el faraón nuevamente. Con la autoridad divina, Aarón lanza su vara ante el faraón, convirtiéndola en serpiente, un signo poderoso de la soberanía de Dios. Sin embargo, los magos del faraón imitan este milagro, endureciendo aún más el corazón del rey. A pesar de la resistencia del faraón, Dios está decidido a demostrar Su poder a través de una serie de plagas que afectarán a Egipto. Este capítulo establece el contexto para la serie de juicios divinos que vendrán, mostrando la lucha entre el poder de Dios y la obstinación del faraón. La fe de Moisés y Aarón se pone a prueba mientras se enfrentan a la incredulidad y la arrogancia del faraón.
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