Ezequiel 1:2 nos transporta a un momento histórico crucial, en medio del exilio babilónico, un periodo de gran agitación y desasosiego para los israelitas. La mención del quinto año del cautiverio del rey Joiaquín proporciona un ancla cronológica para los eventos y visiones que Ezequiel experimenta. Este contexto es fundamental, ya que subraya la gravedad de la situación que enfrentaban los israelitas, quienes vivían en una tierra extranjera bajo el dominio babilónico. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias adversas, el versículo también sugiere la presencia constante de Dios, quien sigue extendiendo su mano hacia su pueblo a través del profeta Ezequiel. Esta conexión entre Dios y su pueblo, incluso en el exilio, es un poderoso recordatorio de la fidelidad divina y de la esperanza que se puede encontrar en las promesas de Dios. El versículo establece el escenario para las profundas visiones y mensajes que Ezequiel recibirá, destinados a brindar consuelo, instrucción y un llamado a la fidelidad a la comunidad exiliada.
En el año treinta, en el cuarto mes, a los cinco días del mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios.
Ezequiel 1:2
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