La responsabilidad personal es el tema central de este capítulo, donde Ezequiel aborda la idea de que cada individuo es responsable de su propio pecado. En respuesta a la queja del pueblo de que los padres comen uvas agrias y los hijos tienen los dientes desafilados, Ezequiel aclara que cada uno será juzgado según sus propias acciones. Este mensaje de justicia divina enfatiza la posibilidad de arrepentimiento y cambio. Ezequiel proclama que el que se aparta de su pecado y se vuelve a Dios encontrará vida. Este capítulo es un poderoso recordatorio de la gracia de Dios y su deseo de restaurar a aquellos que se arrepienten sinceramente. La enseñanza de Ezequiel desafía a los oyentes a examinar sus vidas y a tomar decisiones que honren a Dios.
Ezequiel capítulo 18
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