La comunicación de Dios con sus profetas suele ocurrir en momentos cruciales, como se observa aquí. Este versículo marca un punto específico en el tiempo, enfatizando la precisión y la intencionalidad de la revelación divina. Al señalar la fecha exacta, subraya la importancia del mensaje que sigue, invitando a los lectores a prestar atención. Esta práctica de fechar los mensajes proféticos es común en la Biblia, sirviendo como un recordatorio de que la palabra de Dios no es abstracta ni atemporal, sino que está profundamente conectada con la historia humana y los eventos. Asegura a los creyentes que Dios no está distante, sino que está activamente comprometido en el mundo, guiando y dirigiendo de acuerdo con Sus propósitos. Esto fomenta la fe en la soberanía de Dios y Su perfecto tiempo, ya que Él conoce el momento adecuado para hablar y actuar. Se recuerda a los creyentes que deben permanecer abiertos y atentos a la voz de Dios, confiando en que Él los guiará a través de las complejidades de la vida con sabiduría y cuidado.
Aconteció en el undécimo año, en el primer día del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
Ezequiel 26:1
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