El mensaje de Ezequiel aquí se dirige a la dependencia de los israelitas en su propia fuerza y acciones inmorales en lugar de confiar en Dios. Al depender de la espada, colocan su fe en la violencia y el poder en lugar de en la guía divina. La mención de actos abominables y la profanación de la esposa de un vecino señala una decadencia moral que afecta el tejido de la comunidad. Tales acciones no son solo pecados personales, sino que tienen implicaciones sociales más amplias, llevando a una ruptura en la confianza y la armonía.
La pregunta retórica, "¿y habréis de vivir?", desafía al pueblo a considerar las consecuencias de sus acciones. Poseer la tierra es simbólico de recibir las bendiciones y promesas de Dios. Sin embargo, estas bendiciones dependen de vivir de acuerdo con las leyes de Dios y mantener una sociedad justa y moral. El versículo llama a la introspección y a un regreso a la rectitud, sugiriendo que la verdadera seguridad y prosperidad provienen de alinearse con la voluntad de Dios en lugar de a través de medios humanos o comportamientos poco éticos.