En este pasaje, Dios se dirige al pueblo de Edom a través del profeta Ezequiel, declarando un futuro de desolación para sus tierras. Los edomitas, descendientes de Esaú, habían sido durante mucho tiempo adversarios de Israel, aprovechándose de las desgracias de este último. Esta profecía es una respuesta a su persistente hostilidad y traición. La desolación no es solo un estado físico, sino también espiritual, donde la ausencia de vida y actividad simboliza el juicio de Dios. La frase "Entonces sabréis que yo soy Jehová" es un tema recurrente en Ezequiel, que enfatiza el deseo de Dios de que se reconozca Su soberanía y justicia. Este versículo nos recuerda las consecuencias de alejarnos de los caminos de Dios y de maltratar a los demás. También refleja el tema bíblico más amplio de la justicia, donde Dios responsabiliza a las naciones por sus acciones. La desolación de Edom es un testimonio del compromiso de Dios con la justicia y Su autoridad suprema sobre todas las naciones. El pasaje invita a reflexionar sobre la importancia de alinearse con la voluntad de Dios y la paz que proviene de reconocer Su señorío.
Desolaciones eternas te daré, y tus ciudades no serán habitadas; y sabréis que yo soy Jehová.
Ezequiel 35:9
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