Ezequiel es llevado a una visión donde ve una figura con un aspecto como de bronce, simbolizando fuerza y gloria divina. Esta figura se encuentra en la puerta, un lugar de entrada y transición, sosteniendo un cordel de lino y una caña para medir. Estas herramientas son significativas, ya que se utilizan para medir y planificar, indicando que Dios está preparando algo preciso e intencional para su pueblo. La visión que sigue es de un nuevo templo, un poderoso símbolo de la presencia de Dios y la restauración de Israel. Esta imaginería habla de la esperanza y renovación que Dios promete, enfatizando que Él es un Dios de orden y propósito, que planifica cuidadosamente el futuro de su pueblo. El cordel de lino y la caña para medir también sugieren pureza y rectitud, ya que el lino a menudo se asocia con la santidad en los textos bíblicos. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en los meticulosos planes de Dios para sus vidas, sabiendo que Él está trabajando activamente para traer restauración y renovación, guiándolos a través de transiciones y hacia nuevos comienzos.
Y me llevó allí, y he aquí, un hombre cuyo aspecto era como el aspecto del bronce, y tenía en su mano un cordel de lino y una caña para medir; y estuvo de pie a la puerta.
Ezequiel 40:3
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