Ezequiel 46:11 proporciona instrucciones detalladas sobre las ofrendas que se deben presentar durante las fiestas solemnes y los días de reposo, reflejando las prácticas de adoración estructuradas del antiguo Israel. La ofrenda de grano, medida como un efa, debe acompañar a cada animal sacrificado: un becerro, un carnero y corderos. La inclusión de un hin de aceite por cada efa subraya la importancia de la plenitud y la abundancia en las ofrendas. Estos rituales no eran meramente ceremoniales, sino que servían como expresiones de gratitud, reverencia y compromiso con Dios.
El versículo subraya el aspecto comunitario de la adoración, donde las personas se reúnen para celebrar y honrar a Dios colectivamente. Tales reuniones fomentan un sentido de unidad y propósito compartido entre los creyentes, reforzando su fe y dedicación. La flexibilidad en la cantidad de la ofrenda de grano con los corderos sugiere un elemento personal en la adoración, permitiendo a los individuos expresar su devoción de acuerdo a sus medios y disposición. Este enfoque anima una participación sincera y genuina en las observancias religiosas, recordando a los creyentes la alegría y satisfacción que se encuentran en una adoración generosa.